Javier Margot nació en Madrid, en 1974. Se formó como Ingeniero de Minas, especializado en Energía y Combustibles. Si sumamos ésto a que su abuelo, de origen suizo, era un apasionado del motor, tenemos el cocktail perfecto.
El abuelo de Javier fue propietario de un Jaguar MK6 – “mi abuelo” – nos cuenta Javier – “tenía predilección por los coches con mucha personalidad, tuvo también un Auburn americano, con motor Leecoming grande, de 8 o 10 cilindros que era enorme, imagínate, en la España del 600 con esa bestia, así que yo, de pequeño, alucinaba con esos coches” –
Javier siempre ha ido contracorriente, cuando sus amigos se compraron los primeros coches al acabar la carrera, optaban por un utilitario o un compacto, un Golf, un BMW como mucho… pues Javier se fue directamente a por un Alfa Romeo, buscando motores y estéticas diferentes – “tuve dos Alfa Romeos y cuando pude dar un salto, en el 2010, a una empresa multinacional grande, empecé a aficionarme a los coches británicos. Descubrí los Jaguar. Me compré un XJ, de los nuevos, de las últimas series. Eran un espectáculo de coche.” – Pero todavía desconocía la existencia de los Morgan…
Javier se casó con Ana María, cuando se conocieron, ella estudiaba un máster en Madrid. Ana María, tampoco era fan de los utilitarios, para moverse por la capital se compró un Range Rover Vogue V8. Javier nos cuenta divertido – “es como, pero hija, por el amor de Dios, si conduces un tractor por Madrid, pero de los clásicos, del 88. La verdad es que lo usábamos bastante a menudo, y ya hubo un momento en el que nos picó ya el gusanillo y dijimos, oye, vamos a ver si compramos un coche para hacer viajes juntos y que sea de corte clásico.”
Empezaron a buscar opciones; descapotables, biplazas, bonitos, elegantes, lo que encontraban se les salía de presupuesto, no querían un Ferrari ni nada ostentoso… y de repente, entre las búsquedas vieron la foto de un three-wheeler, de un Morgan three-wheeler. – “fue como, ostras, pero ¿esto qué es?” – nos cuenta Javier – “¿esto existe…? A ver si esto se puede conducir, ¿qué es esto? Así que me metí en foros, empecé a preguntar sobre la fiabilidad del coche, si la gente hacía realmente excursiones con él, o si era un coche solo para ir a por el pan los domingos…”
Javier se acercó al concesionario distribuidor de Morgan en Madrid, para informarse, con la mala suerte de que no tenían ninguno en la tienda y “que son rarísimos de vender, realmente se venden a gente un poco loca” le dijeron, pero todo cambio en cuestión de días, se celebró la Retromóvil en la capital y Morgan mandaba al concesionario un three-wheeler, así que Javier pudo verlo en directo, comprobar que podía sentarse dentro y enseguida se dio cuenta que aquel tres ruedas estaba hecho para él. Faltaba convencer a Ana María.
“Una noche que salimos a cenar” – nos cuenta Javier – “le dije, oye, mira, vamos a pasar por el concesionario y te enseño un coche. Ese de tres ruedas que vimos en internet. Y cuando lo vio, lo primero que hizo fue sentarse en el asiento del piloto. Y mirándome me dijo, esto me gusta.” –
Les hacía falta probarlo, cosa imposible en Madrid, al no estar ni matriculado, así que se plantearon una escapada a la fábrica Malvern. Pensado y hecho – “allí que nos fuimos, conocimos la fábrica, nos encantó y nos dijeron, bueno, pues venga, vais a probar durante todo este día éste 3 ruedas. Nos dieron un three-wheeler rojo, como para pasar desapercibidos. Cuando empecé a probarlo me quedé impresionado de las prestaciones que tiene ese coche. Un coche ligerísimo, de poco más de 500 kilos, con un motor de dos litros, que anda como un animal. Yo me lo quería llevar puesto, faltaba saber la opinión de Ana María…”
Y ese fue el momento clave… cuando Javier dejó que pilotara Ana María. –“Imagínate, mi mujer acostumbrada a conducir con volante a la izquierda un Range Rover automático, a subirse a un Morgan de 500 kilos con el volante a la derecha y cambio manual, en el momento en el que arrancó el coche y empezó a circular, yo intentaba hablar con ella, pero lo único que hacía era reírse. Y ella se reía e iba a toda leche. No te puedes imaginar. A una velocidad increíble, solo decía “qué divertido” y venga curvas.” – Después de más de una hora, llegaba el momento de volver a la fábrica y tomar la decisión, Javier estaba preparado para hacer la gran pregunta. Pero con Ana María no hizo falta, muy resuelta le dijo – “tu vete a dar otra vuelta que ya elijo yo la tapicería y el color…”
Y esas Navidades les llegó el Three Wheeler a Madrid. Comenzaron a viajar, escapadas, rutas, conectaron con un club Three Wheeler internacional, hicieron amigos… unos disfrutones. Todos los años hacen un gran viaje con él. De momento está siendo siempre un viaje a Suiza, acuden a una concentración de three-wheelers a finales de agosto. Y van desde Madrid a Suiza con el coche. Javier nos cuenta sus sensaciones al volante –“cuando te subes al three-wheeler percibes la conducción como de otra dimensión. Es otra cosa totalmente diferente. Divertido es poco, sientes la carretera, la velocidad y sobre todo, las curvas, desde otra perspectiva.”-
Uno de los recuerdos más bonitos que atesoran fue el primer año que viajaron con el Morgan a Suiza. Salieron junto a unos amigos que habían conocido en el foro del Club Internacional, un grupo de seis coches. Y lo que primero que les sorprendió fue la velocidad absolutamente increíble a la que iban por carreteras secundarias. Y cómo se agarraban a las curvas. Pensaron que les estaban queriendo vacilar, al ser los novatos, pero no, resulta que el coche es muchísimo más rápido de lo que uno cree. Es como un kart grande, es increíblemente rápido. Circula muy pegado al suelo. Disfrutaron de un viaje espectacular, recorriendo de esta guisa los puertos de montaña míticos de Suiza, muchos de los Alpes franceses y muchas carreteras Morgan.
En la búsqueda de nuevos compañeros de viaje, Javier y Ana María se hacen socios del Club Three -Wheeler de Inglaterra y también conocen a Simón Martínez, propietario de un Three-wheeler y socio del Morgan Sports Car Club de España. Ahí es cuando comienzan a hablar, se plantean alguna salida y Simón les abre las puertas del Club. – “A los pocos meses de apuntarse Simón al Club”- nos cuenta Javier – “nos apuntamos Ana María y yo. Y la verdad, que estamos encantados. La primera excursión que hicimos con el club fue a Cazalla de la Sierra, un viaje precioso, maravilloso y lo pasamos fenomenal. Y la verdad que el ambiente fantástico, la gente súper maja y la organización increíble. Éramos un bicho raro con un Three-wheeler entre tanto Morgan a 4 ruedas, pero nos encantó.”
De momento Javier no se plantea pasar a las cuatro ruedas, sus genes le siguen pidiendo experiencias diferentes y salirse de las normas, así que posiblemente tengamos tres ruedas para rato.
Javier y Ana María viven la experiencia Morgan con mucha intensidad, tanto es así que han puesto en marcha un blog – speedymarmots – donde cuentan sus viajes, sus aventuras sobre su Morgan tres ruedas, recopilando fotos y videos. Pero lo han llevado más allá todavía, han montado una agencia de viajes a medida, con su conocimiento y experiencia, son los anfitriones ideales para enfrentarse a rutas, escapadas y viajes por medio mundo. Están pensando en organizar un circuito por Marruecos sobre tres ruedas, siempre con ganas de disfrutar y vivir experiencias inolvidables, como es viajar con Javier, Ana María y su Morgan Three-wheeler.