Manuel Castelló. Morganista por sorpresa.

Manuel Castelló. Morganista por sorpresa.

Manuel nació en Valencia hace 67 años y se ha dedicado profesionalmente al sector de las materias primas, como metales y minerales, desarrollando su trayectoria a nivel internacional. En los años 70 estuvo viviendo y estudiando en Londres, lo que le aficionó a dos costumbres muy británicas; las antigüedades y los coches con personalidad. 

Resulta que la residencia de estudiantes en la que Manuel se alojaba estaba en el barrio de Holland Park, donde era muy común ver aparcados los coches que se utilizaban a diario junto a las aceras de las casas victorianas, pues carecían de sótanos o aparcamientos. No era raro ver algún Jaguar o MG, por supuesto no faltaban los Bentley, también Triumph y de vez en cuando, un Morgan.

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En esa época era imposible contemplar ese panorama automovilístico en nuestras calles y menos ocasión de ello tenia un Manuel adolescente que ya apuntaba maneras en esto de la afición a las cuatro ruedas. Aquel paisaje inigualable de neumáticos, capotas, cromados y estilo británico se le quedó grabado en su mente como un mantra – “algún día tendré uno de estos…” .

Pasaron los años y sus viajes por Inglaterra se volvieron rutina profesional y aprovechaba para quedarse el fin de semana y disfrutar de la ciudad, de las tiendas de antigüedades y de los concesionarios de coches. La liturgia estaba clara, paseo por Portobello a descubrir antigüedades, comer en Harrods un delicioso Pastrami y pasar la tarde charlando de coches en el concesionario de turno, en el que amablemente le dejaban probar el modelo de sus sueños.

Tiempo después Montse, su esposa, se sumó a la liturgia y ambos disfrutaban del fin de semana londinense, aderezado con musicales, museos, compras y el empeño constante de Manuel para poner en valor las “bondades” de los descapotables ingleses.

Pero no había manera, tras la decisión rumiada durante años de ser propietario de un Morgan fue descartando modelo tras modelo, oportunidad tras oportunidad hasta que ante la imposibilidad de encontrar el Morgan que le acoplara, Manuel cometió un arrebato totalmente irreflexivo. Asistió a una feria de automóviles y se compró un JB inglés, burda imitación de un Morgan y además, sin decir nada en casa.

Cuando llego el momento de enseñarlo, Montse lo miró de lado a lado, se dio la media vuelta y dijo alto y claro – “yo no me pienso subir en eso…” – Días después, con el clima doméstico más relajado, Montse asestó la puntilla, – “si lo que quieres es un Morgan, déjate de imitaciones y vamos a por el Morgan… – Así que Manuel vendió el JB y reanudó la búsqueda del Morgan de sus sueños. Meses después, ya en plenas Navidades y festejando el intercambio de regalos, Montse y las hijas de la pareja hicieron salir a Manuel  a la calle… allí estaba el Morgan soñado por Manuel aparcado en la puerta. Aquel momento quedó grabado a fuego y lágrimas en la historia de nuestro amigo, que hoy todavía ríe a carcajadas con tanta anécdota. 

Inmediatamente se puso a curiosear la existencia de algún Club o grupo de aficionados al Morgan con la firme pretensión de aprovechar cada kilómetro con su nuevo regalo y no caer en el hábito de sacarlo a pasear solo los domingos. Enseguida descubrió el Club Morgan y tras un intercambio de correos electrónicos recibió la llamada de Pepa González, representante del Club en la Comunidad Valenciana, dándole la bienvenida al Club y organizando con ellos y otros socios, una pequeña escapada por la zona. Fue el principio de una gran amistad que cada vez se hace más grande al incorporarse en cada salida nuevos integrantes del Club. Ya van para 12 años disfrutando del coche, de las escapadas y de la sintonía con la gran familia automovilística que es el Club Morgan España.

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A todo esto, Manuel no deja de sorprenderse con Montse; da igual la ruta o el vehículo que utilicen que su mujer siempre acaba con dolor de espalda y molestias, excepto cuando viajan en el Morgan, que entonces todo es confort y diversión. Así es el Morgan.

Manuel ha tenido la oportunidad de ceder su Morgan como coche nupcial en dos ocasiones, una de ellas con su sobrino, que le encargó ir a recoger el ramo de novia, decorar el coche y aprovechar para darle unos consejos de conducción al futuro suegro. Recorrieron media Denia ambos señores bien arreglados para la boda, dando pie a la confusión al ir Manuel sujetando el ramo de novia y despertando la curiosidad de peatones y de otros vehículos al ver una boda gay tan elegante. No hay sobremesa que la anécdota no despierte todavía las risas de la familia.

Manuel define el conducir un Morgan como una experiencia única, conducir otros coches se ha convertido en algo tan “asistido” que casi no te das cuenta de que vas al volante, e incluso no se generan recuerdos del momento de la conducción. En cambio, ir al volante de un Morgan ya es una experiencia incluso antes de salir de viaje; evitas las autopistas y vías de alta velocidad, lo que te regala kilómetros sinuosos, paisajes y rincones que habrían pasado desapercibidos. 

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La familia Morgan no deja de crecer en casa de Manuel; su perro, un West Highland Terrier blanco fue bautizado por su nieta inmediatamente – “ se va a llamar Morgan, ¿verdad abuelo?” – dicho y hecho. Otro Morgan para los Castelló. ¡Gracias Manuel!