José Ángel, la música de su Morgan

José Ángel, la música de su Morgan

José Ángel Gómez-Morán Etchart, nació en Gijón (Asturias) en el año 50. Su padre ejercía allí como notario y José Ángel siguió con la tradición familiar. De origen navarro-francés por parte de madre y habiendo residido en Logroño, Navarra y Pamplona, este ciudadano del mundo, como él se define, es un apasionado de la Historia y que sobre todo se siente español. 

Jubilado desde hace un par de años, ahora disfruta de tiempo para él y para su familia, tras ejercer una profesión, la de Notario, que José Ángel define como muy estresante, a pesar de la fama de ser una profesión dolce farniente. ¡Nada más lejos de la realidad!

Con más tiempo libre, por fin, ha podido vincularse más con el Club Morgan y disfrutar del lujo de las salidas sin prisa y sin pensar en la vuelta al trabajo.

Siempre ha sido un amante de los clásicos, y ansiaba terminar la carrera de Notarías y poder comprarse un Morgan, incluso llegó a visitar el concesionario madrileño con intención de compra, pero al descubrir el precio y valorar la utilidad práctica del vehículo para rodar por Madrid, prefirió darse un tiempo de reflexión. En ese tiempo se casó, tuvo hijos, trasladó el despacho, se compró una casa… el Morgan tenía que esperar.

Un día en su despacho de Tres Cantos, en Madrid, apareció un cliente para formalizar una Póliza de Préstamo para la financiación de una Harley Davison, ”qué suerte…” – le dijo – comprar una Harley… Yo siempre he querido tener un Morgan…” – a lo que el comprador de la moto le respondió – “pues acabo de ver en su sala de espera una revista en la que aparecen anuncios sobre algunos Morgan… así que si quiere y puede, compre cuanto antes el Morgan, si tanto le gusta…”

Aquel comentario se quedó grabado con tanta fuerza que ese mismo día se acercó al concesionario acompañado de Áurea, su mujer y una de sus hijas. Aquello era el paraíso, poder ver y tocar varios Morgan, con esa pintura tan especial, esa variedad de colores con tanta personalidad; que si verde, que si azul, que si blanco, que si rojo… José Ángel estaba convencido y se compró el Morgan. Pero ¡ay! su cabeza no paró de dar vueltas…que si iba a despertar envidias y llamar la atención de los amigos de lo ajeno, que si de verdad era necesario ese desembolso, que si tan solo era un capricho del que cansarse a la mínima ocasión… no durmió en toda la noche.

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Al día siguiente para ir al despacho ya lo tenía completamente decidido; pisar el freno, echar marcha atrás y no comprar el Morgan… pero durante la mañana el capricho del destino se le cruzó en varias ocasiones, completamente en dirección opuesta. Volvió el comprador de la Harley, y claro, la primera pregunta – “¿ya se ha decidido a comprar el Morgan?” – José Ángel tiró balones fuera y el susodicho le espetó – “mire, por un tema de salud han estado a punto de amputarme un brazo y una pierna, afortunadamente lo he superado y lo que tengo claro son mis prioridades, disfrutar de mi Harley mientras pueda…” ante ese argumentario, poca discusión cabía… pero la cosa no queda ahí, al rato José Ángel recibe la llamada de un familiar, delicado de salud, para interesarse por cómo ha ido la compra del Morgan y ante las dudas que le traslada nuestro amigo, vuelve a la palestra el tema del tempus fugit – “pero qué argumentos más razonables, para No tener un Morgan” – le respondió “pero lo que pasa es que tú Sí que quieres un Morgan, mírame a mí, ¿y tú tienes miedo a tener el coche que siempre quisiste?” – José ángel se dio otra oportunidad  y volvió al concesionario, esta vez sí, decidido a conducir SU Morgan.

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Conducir el Morgan le recuerda una Época Dorada que no regresará. Cuando los vehículos servían para disfrutar más bien de una vida elegante y no de un medio de trasporte estresante y problemático que a veces se convierte en una condena. 

José Ángel es un gran aficionado a la música, durante algunos años participó en un programa musical de radio, dos horas a la semana. El Morgan le recuerda a aquella música de los años 30 y 40, tan emocionales, tan evocadoras… aquellas orquestas y músicos norteamericanos y británicos tan pocos conocidos, como Ben Selvin, Arnold Johnson, Leo Reisman, o cantantes de la época como Ginny Simms o Frankie Laine…Y si tuvieses que buscar una banda sonora para su Morgan, desde luego sonaría “Puttin’on the Ritz”, tenéis que escucharla…

Siente pasión, sin dudarlo, pasión por el Morgan y por lo que le aporta en este momento de su vida. Y todo esto felizmente acompañado por Áurea, su mujer, que disfruta de las inclemencias propias de un descapotado como una Morganista más y con la que comparte momentos y anécdotas en cada viaje, como la estancia en Bussaco, Portugal, de la que guardan momentos muy divertidos.

Viajar con un Morgan es llevar la sorpresa de copiloto. No sabes qué te podría ocurrir. Hay que estar preparado para todo. Como a la vuelta de la última salida por Rías Baixas, a la altura de Benavente, les sorprendió una tromba de agua, un tormentón bajo el que no se veía nada, lluvia en la cara, niebla, arrimándose lo máximo posible al arcén para evitar a los camiones… tanto se acercó que rozó con las defensas metálicas del arcén. Tremendo susto, menudo desastre, aunque el coche seguía funcionando a pesar del impacto… en cuanto pudo parar y buscar refugio, descubrió que el impacto lo había recibido una rueda, la carrocería permanecía intacta ¡menudo milagro! Notó un escalofrío y no fue de miedo, estaba empapado hasta los calzoncillos…

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Ferviente partidario de la conocida opinión de Groucho Marx – “yo nunca pertenecería a un Club que me admitiera como socio” – José Ángel no es muy amigo de clubes, ni de asambleas conflictivas, como las que ha tenido que sufrir trabajando de Notario… pero una vez que se puso al habla con Tete, Presidente en aquel momento, éste le respondió –  “¿Notario? Pues en este Club lo que necesitamos son médicos…” – detectó el buen humor y ambiente distendido que se respiraba en el Morgan Sport Cars Club de España.

Áurea y José Ángel disfrutan de relacionarse con los socios del Club, cada uno “de su padre y de su madre” pero con un común denominador, su pasión por el Morgan. Además de hacerse favores entre ellos, a lo largo del tiempo han ido haciendo muy buenas amistades, como es, sin desmerecer a nadie, el antiguo Secretario del Club, Javier Herreros, al que le une una gran amistad. Por ello – “pertenecer al Club es toda una oportunidad” nos dice – “cualquier poseedor de un Morgan que no sea socio debería probarlo, como hice yo. No se pierde nada y se gana mucho…” .

Nosotros sí que hemos ganado al tenerte en el Club, ¡gracias Jose Ángel!