Joan posee un carácter chispeante, con una nota de humor constante que le permite reírse de la vida y de sí mismo. Quizás el haber nacido en la patria del Cava, San Sadurní de Noya, en pleno Penedés, le haya conferido ese carácter con burbujas, o quizás ser el sexto hijo de una familia numerosa… Joan no da pistas, solo nos cuenta que es arquitecto y aunque ya no ejerce, sigue pendiente del mundo de la arquitectura desde su Morgan. Siempre le habían llamado la atención los coches clásicos y su primer encontronazo con un Morgan fue en la Costa Azul, un precioso modelo blanco estaba aparcado allí delante suyo y fue corriendo a hacerse fotos con él, algo que le llenó de ilusión.
Su deseo por el Morgan se convirtió en un objetivo vital – “antes de morirme tengo que comprarme un coche Morgan y una lancha Riva” – pero ahora que ya es el feliz propietario de un Morgan ha perdido todo el interés por la barca… quizás en otra vida, ¡quién sabe! Ser arquitecto, su gusto por las líneas, las formas clásicas y el diseño, también determinó su pasión por el Morgan, o quizás sea que simplemente le encanta ir a contracorriente y darse un capricho de vez en cuando. Nunca lo sabremos. El que sí lo sabe es su hijo, el culpable de encontrar una oferta de compraventa de un Morgan en internet y plantearle a Joan la pregunta del millón – “Papá ¿y si te compras este Morgan?” – dicho y hecho.
A Mari Carmen, esposa de Joan, no le hizo mucha gracia la elección del modelo, por aquello de la incomodidad y demás, sorprendentemente se ha ido animando poco a poco y ahora es la mayor promotora de salidas y excursiones con el Morgan. Uno de los aprendizajes más duros con el Morgan lo han sufrido en la última salida por la Sierra de Guara en Huesca. Un ligero chaparrón les hizo temer por el equipaje – “Joan” – preguntaba Mari Carmen – “la maleta es de piel y se está mojando ¿crees que se pasará el agua a la ropa?“ – a lo que Joan respondió – “para nada mujer, son cuatro gotas y el agua no pasará…” – Y sí que pasó, al llegar al hotel y abrir la maleta se encontraron con medio equipaje empapado. Ventajas del Morgan.
Joan es conductor habitual de moto, hasta que un día al realizar un recorrido algo más largo de lo normal, empezó a notarse incómodo y se preguntó a sí mismo – “¿Qué hago aquí arriba a horcajadas, pudiendo ir cómodamente sentado, con un asiento mullido, aire acondicionado, música, suspensión, maletero…?” – sorprendentemente todo eso es lo que uno no se plantea cuando va con su Morgan. Conclusión, los “morganistas” somos un poco masocas.
Un día se encontró con otro “masoca” conductor de Morgan en plena Avenida Diagonal de Barcelona que tuvo la amabilidad de detener su marcha y charlar con Joan, se trataba de Oriol Arnau y Marta, socios del Club que enseguida quedaron en verse otro día, proponer una comida y ficharlos para el Club.
Una de las cosas que más destaca Joan de sus viajes con el Morgan, es la simpatía que despierta el coche. Niños, adultos, mayores, saludan y aplauden al paso del vehículo. Joan incluso asegura que ha ligado en un semáforo, una señorita en moto se acercó hasta detenerse a su lado y soltó un sonoro – “¡ostras! ¡qué guapo!” – a lo que enseguida aclaró – “el coche, oiga, el coche…” –
Joan lleva pocas salidas con el Club; Soria, Javea y Guara, pero ya ha detectado una tendencia, ellos conducen y ellas copilotan, así que en aras de la paridad, Joan propone una salida donde sean ellas las que conduzcan y ellos puedan copilotar la siesta cómodamente.
Joan está muy agradecido al Club por el buen ambiente que se respira, algo que motiva mucho a Mari Carmen y que complementa perfectamente con su pasión por el Morgan. ¡Gracias pareja!