Gerardo Crespo, del Morgan a las estrellas

Gerardo Crespo, del Morgan a las estrellas

Gerardo es un Soriano con unos estupendos setenta años recién cumplidos. Un hombre de negocios que ha dedicado gran parte de su vida a recibir en su hotel Rivera del Duero a todo tipo de huéspedes, también morganistas. Parece que el Morgan le persiga, pero no adelantemos acontecimientos…

Nos cuenta que siempre le ha gustado el olor a gasolina, a neumático, siempre cerca del asfalto y del motor. Además ha sido propietario de casi ¡70 motos! y varios coches, furgonetas, Volkswagen, MG, Minis… Estuvo vinculado a la Federación de Motociclismo ocho años, fundó un Moto Club, lo que le permitió conocer a Ricardo Tormo y demás personalidades del mundo del motor, ser Director de Carreras y empaparse todavía más de su amado olor a gasolina. 

Un día comiendo con unos huéspedes, tras la sobremesa salieron a despedirse, cuando descubrió aparcado en su puerta un Morgan verde, con la maleta amarrada al porta maletas, y pensó – “este es mi coche” – de eso hace ya 30 años. Tuvieron que pasar cinco más hasta que un amigo, conocedor del flechazo de Gerardo por el Morgan, le avisó que había uno a la venta en Galicia. Dicho y hecho. Llamó, lo compró, se subió a un autobús y se fue a recogerlo para volver, bajo la lluvia, conduciendo aquella maravilla. 

morgan gerardo lluvia

Gerardo tenia cinco coches de varias marcas y poco ha poco ha ido desprendiéndose de su colección, conservando el que más ilusión y buenos momentos le ha regalado, su Morgan. 

Uno de esos momentos tiene nombre y apellidos, Carlo Umberto Bonomi, huésped habitual del hotel con el que Gerardo había hecho amistad, siempre alrededor del motor y la gasolina, al ver el Morgan de Gerardo, le increpó con una sonrisa – ¡acabo de comprar tu Morgan! – Gerardo, extrañado le pregunta, y Carlo le confía que el fondo del que él es CEO, Investindustrial, ha invertido en la factoría Morgan para relanzar la marca. El mundo es muy pequeño para los amantes del Morgan.

A Gerardo se le para el reloj cuando se sube a su coche. El tiempo pasa más despacio y su mujer le dice que se le pone “cara de tonto” de lo embelesado y sonriente que conduce al volante de su Morgan. En ese estado le da igual todo, ha pilotado varios coches y no es lo mismo. Con el Morgan no tendrás velocidad, pero te rebosan las sensaciones. Tener el cielo sobre ti, sentir el asfalto a centímetros y bajo las ruedas, el camino. Irrepetible.

Problemas dan pocos, su mecánica es robusta y poco dada a la electrónica, recuerda Gerardo un parón en Vigo que obligó a pasar por el taller de un amigo. El mozo quiso conectar el ordenador para chequear la posible avería, a lo que Gerardo, entre risas, le pidió que avisara al mecánico más veterano del taller…  

Gerardo usa su Morgan como coche de diario, superando ya las 100.000 millas, todo un privilegio al vivir en la Sierra de Soria, lo que le permite moverse por caminos casi sin tráfico. Dado su carácter intrépido, viaja a Barcelona o a donde le plazca, a lomos de su Morgan. Una noche del pasado otoño, Gerardo vivió una experiencia única conduciendo descapotado, a cielo abierto, en una noche preñada de estrellas y solo sintiendo la brisa y el silencio. 

morgan gerardo nieve

Aunque se apuntó al Club Morgan nada más comprarse el coche, pocas veces ha podido acudir a salidas organizadas, coincidentes con fiestas y fines de semana, momentos de mayor trabajo para Gerardo. Pero ahora, ya jubilado y con unos 70 llenos de vitalidad, no se quiere perder ninguna. Incluso está organizando la salida del próximo mes de octubre, donde enseñará a sus amigos del Club los rincones más bellos, el mar de pinos y la ribera del Duero de su Soria natal.

En el Club se siente como en una Hermandad, una secta, de las buenas, donde las relaciones se basan en compartir la pasión por el Morgan, sin snobismos y con una intensa amistad.

El catálogo de anécdotas da para libro, desde una granizada en la que resulta imposible encontrar cobijo y que acaba con mas hielo y agua en el interior del coche que en la carretera, a un encuentro con la Benemérita, tras una comida familiar, en la que casi le hacen el test de alcoholemia a su mujer antes que a Gerardo, pues el Guardia Civil no se percató que el volante del Morgan estaba a la derecha. Dieron todos 0.0 entre risas.

Pero esto no queda aquí, hemos oído que quizás la familia Morgan de Gerardo crezca con un Plus 4 – 2.000 ¡quién sabe! Ganas de veros en las próximas salidas. ¡Gracias Gerardo!