
Enrique disfruta de su jubilación después de media vida dedicada a la investigación. Tras estudiar Ciencias Geológicas y especializarse en Investigación Marina, ha sido un trotamundos que ha trabajado muy duro recorriendo el planeta de punta a punta… La Antártida, el Caribe, Filipinas, Europa…
En el continente blanco siguió la pista del San Telmo, un navío de guerra construido en El Ferrol en 1788. Desapareció en el cabo de Hornos en septiembre de 1819 con una dotación de 644 marineros, soldados e infantes de marina. Enrique y su equipo fueron en busca de sus restos en un proyecto de investigación de la Universidad de Zaragoza.
“Desde el año 2000 que ya he dejado de enfrentarme al mar – nos cuenta Enrique – era él o mi salud y obviamente tengo mucho que disfrutar todavía. En ese momento decidí aparcar una profesión preciosa, pero durísima”.
Desde muy joven se siente motero, conectado con esa libertad que dan las dos ruedas. Llegó a conducir una Harley, que ahora le toca disfrutar a su hijo. También tuvo en el garaje una BMW 75/6, con la que Enrique y María José recorrieron miles de kilómetros y se lo pasaron en grande. Con los años, ese espíritu de libertad les llevó a trasladar su pasión a las cuatro ruedas. “En la búsqueda de un coche divertido que nos permitiera revivir las sensaciones de las dos ruedas, nos topamos con el Morgan, gracias a mi primo, Fernando Aydillo…” nos cuenta Enrique.
Fernando compró un Morgan y le pidió el favor a Enrique que lo recogiera, pues él se encontraba de viaje en ese momento. Enrique accedió y se descubrió conduciendo un coche que le daba casi las mismas sensaciones que ir en moto; libertad, aire en la cara, contacto con la carretera y la naturaleza…de la mano de Fernando también descubrió el Club Morgan y le pareció una iniciativa muy valiosa, tanto que antes fue socio del Club que propietario de un Morgan. El gusanillo le picó fuerte y enseguida se quedó con un 4/4 de 1974 que Aydillo trajo de Inglaterra para reconstruirlo. Enrique disfrutó mucho con ese Morgan, pero necesitaba más coche, así que fue a por un Plus 8 y a continuación un tercero, un Plus 4. De la pasión al hobbie en tres actos.
Para Enrique el Plus 4 es su apuesta segura, más asentado, muy equilibrado entre potencia de motor y frenada, un vehículo que le ha reportado nada más que sensaciones positivas en todas las salidas, viajando por carreteras secundarias, el aire en la cara, sin prisa y sin pausa…
Con el Club Morgan han recorrido casi toda la península y han disfrutado de varias salidas por Europa. De la ruta por la Toscana guarda un gran recuerdo, pero a él lo que le gusta es subir puertos de montaña, momentos en los que puedes explayarte, disfrutar y dibujar curvas sobre el asfalto.
Con tres Morgan el miedo a las averías está siempre presente. Son coches con una mecánica robusta, pero eso no quita de que haya que apretar tuercas, salten tornillos y un día, de pronto, tu 8 Plus te deje tirado en plena preparación de una salida por Almería. El 4/4 acudió a la llamada, con su nueva caja de 5 velocidades que proporcionó un viaje muy divertido y aunque las velocidades cortas siempre son más animadas, el 4/4 respondió genial a las 5 velocidades.
El Club Morgan es un punto de referencia para Enrique y María José. Están encantados, los socios se convierten en amigos y las salidas son la excusa perfecta para viajar y disfrutar en buena compañía.
Enrique lo tiene claro, el mundo Morgan te permite disfrutar de un coche clásico, si optas por recuperar un vehículo antiguo y de un descapotable con mucha personalidad si optas por un Morgan de nueva factoría. Para Enrique, los antiguos, como él los llama, “tienen un regustillo especial”. Los clásicos, son los clásicos, ¿verdad Enrique?