Seguro que si sales de ruta con el Club Morgan, la reconoces enseguida; menuda, inquieta, siempre haciendo fotos y mirando de reojo que todo vaya según lo previsto. Has acertado, es Angie. Se define así misma como “muy tímida” algo de lo que dudamos, sinceramente…
En el momento de la entrevista la pillamos con las manos en la masa, dándole un repaso a su Morgan el día previo a una salida – “mis gatos lo han puesto perdido” – nos cuenta – “así que toca quitar pelos, huellas y dejarlo en perfecto estado de revista, la verdad que un Morgan impoluto es mucho más resultón, un vehículo que agradece mucho ese repaso de gamuza y brillo en los cromados”.
Angie llegó al mundo de los Morgan de la mano de Óscar, su marido, ¿o hemos de decir que fue al revés? – “cuando conocí a Óscar” – nos confiesa – “yo no sabía nada del Morgan. Óscar me contó que era su coche favorito, el coche de sus sueños, así que fuimos un día a ver un Morgan y fue un flechazo en toda regla… así que dimos el paso y Óscar se encontró casado y con Morgan”. De aquello hace ya quince años y tras aquel Morgan vino un segundo modelo, un 4/4 inglés, con el volante a la izquierda y rebosando espíritu Morgan en cada tuerca, algo que complica los desplazamientos, o los hace más divertidos, según se mire…
“Viajar en el Morgan es todo un atrevimiento en nombre de la libertad” – apunta Angie -“viajar en moto, en otro tipo de coche, en tren… está bien, pero para mi es un mundo a parte, es como un juguete a tamaño natural. Me puedo estirar, levanto los brazos, puedo tocar casi con la mano el suelo, se ve el paisaje desde abajo, desde muy abajo y toda la gente nos ve desde arriba. Es un concepto muy diferente, atrevido y transgresor. Un deportivo gusta, puede despertar envidias, pero a un Morgan no lo envidias, a un Morgan lo veneras”.
Angie nos confiesa que le encanta la posición de copiloto – “Óscar controla mucho; la ruta, los desvíos, los restaurantes… y eso me hace viajar relajada, a mi rollo, sintiendo la carretera en cada curva, haciendo fotos, pero me apetece conducir y en eso estamos…” Y con esas miles de fotos de Angie, tenemos un valioso testimonio gráfico del Club ¡gracias Angie!
Conducir un Morgan exige una atención y una fuerza constantes al no disponer de dirección asistida ni de ninguna ayuda a la conducción, por lo que hace falta un entrenamiento algo más intenso, y en eso están Angie y Óscar – “quiero ir a un descampado que hay por aquí cerca y probar, practicar y sentir el Morgan desde el volante, mi objetivo es pasar del papel de copiloto a piloto y disfrutar hombro con hombro con Óscar” –
Quince años sobre un Morgan dan para kilómetros, muchos kilómetros y muchos viajes inolvidables, Angie nos cuenta con entusiasmo una salida en pareja por la Toscana, recorriendo esa parte de Italia tan de película – “metimos el Morgan en un barco y ¡ale! a Italia” – nos cuenta que disfrutaron mucho y todavía guardan grandes recuerdos de aquel viaje – “dejábamos el coche aparcado y nos íbamos a comer o a cenar y a la vuelta estaba el Morgan rodeado de chinos haciéndole fotos, ¡un show!”.
Angie se ha curtido viajando en el Morgan bajo el sol, la niebla, la lluvia, incluso algo de nieve y por supuesto, el viento – “para ir en Morgan tienes que vestirte en plan sport, en invierno desde luego con una buena chaqueta, normalmente el coche va tapado, con lo cual con el cabello no tenemos mucho problema, pero siempre tener una pinza, una goma o la gorra a mano. La cosa se complica cuando llevas el Morgan descapotado, ahí es imprescindible la gorra, loción con protección solar, unas gafas o dos pares de gafas mejor, porque una se te van a volar por el viento, seguro, y también un chubasquero o paraguas, que nunca se sabe, ¡ah! y ojo con lo de llevar pantalón corto, falda corta, porque te quemas las piernas, los brazos y todo lo que pillas, insisto en la protección solar, por favor”.
Nada más comprarse el Morgan, Óscar descubrió el Morgan Sports Car Club de España y en seguida se unió, y eso que no es un hombre de clubes ni de grupos, pero Óscar y Angie se apuntaron el primer día que tuvieron el Morgan y hasta hoy – “gracias a que he ido superando mi timidez – insiste Angie – disfruto mucho de los viajes en grupo, en el club hay todo tipo de gente, son gente magnífica, que además solo van a pasarlo bien, a que tú te lo pases bien, a disfrutar contigo, a hablar, a olvidarse de sus problemas, a reírnos, a comer, a convivir, que es lo bonito. Y que podemos estar un año sin vernos, que cuando nos volvemos a ver es lo mismo, como si fuéramos de la familia” –
Angie y Óscar están muy involucrados en el Club, participando de forma activa en las salidas, tanto nacionales como internacionales. Ahora, con los preparativos de la celebración del 40 aniversario del Club, Angie está participando activamente – “como Club, ya son 40 años, que ya es una identidad importante y hemos de hacer muchas actividades y salidas para que esta iniciativa pueda llegar a los 50, los 60, los 90 y hasta los 100 años ¿te imaginas llegar a los 100 años del Club?” – Nosotros nos imaginamos una Angie centenaria, dando guerra, haciendo fotos y disfrutando del Morgan en el 100 aniversario del Club, allá por el 2084…
¡Gracias Angie!