Angie y Óscar, Morgan al cuadrado

Angie y Óscar, Morgan al cuadrado

Óscar supera los sesenta con el optimismo y la juventud de quien vive cada segundo intensamente. Nacido tierra a dentro, su Lleida natal le empujó hacia las orillas del Mediterráneo, encontrando en el mar una pasión y un futuro profesional.

Desde Cabrera de Mar disfruta de un magnífico retiro tras décadas dedicado al submarinismo profesional. Sigue navegando bajo las aguas con la tranquilidad de quién lo hace por placer. Angie apareció en su vida hace más de 25 años, precisamente como alumna en un curso de submarinismo. Llegó desde Barcelona, dispuesta a descubrir el fondo del mar pero se topó con Óscar y ya no han dejado de descubrirse mutuamente, hasta hoy…

Es difícil encontrar un Morgan bajo el agua, no es su medio natural ni la casa Malvern tiene un prototipo acuático, entonces ¿cómo descubre el Morgan un hombre que pasa la mayor parte de su tiempo bajo el agua? Óscar nos cuenta que tiempo atrás descubrió el Morgan en la televisión, aunque lo vio en blanco y negro, pudo percibir algo especial en sus formas, en ese estilo tan personal que tiene el Morgan de mostrarse. Desde aquel momento una idea se quedó grabada en su mente – “algún día tendré un coche como ese” – pensaba y ese deseo se quedó bien guardado hasta el momento oportuno.

Pasaron varios años, siempre en remojo, surcando olas, sumergido y feliz con las sensaciones que el mar y su profesión le transmitían. Pero fue al dejar el Centro de Buceo y disfrutar, por fin, de un merecido descanso profesional cuando aquella idea guardada en su interior volvió nítida y con fuerza. – “Angie” – le dijo – “es el momento de comprar un Morgan” – Angie no sabía a qué se refería pero apoyó sin fisuras la decisión de su marido.

oscar morgan post

Localizó a un socio del Club Morgan de Linares, en Jaén, que ofertaba su Morgan y rápidamente sucedió la compraventa. Cuando Angie se sentó en el asiento del copiloto pronunció las palabras mágicas – “nos lo llevamos puesto” – y así fue.

En el trámite conoció a Tete, que en aquel momento presidía el Club y conectó mucho con él. A pesar de definirse como poco amigo de grupos y clubes – muy acostumbrado a la soledad de las profundidades del mar – descubrió en el Morgan Sport Cars Club de España una rara avis, un espécimen peculiar de club variopinto, heterogéneo y muy divertido. 

No se lo pensó dos veces y se plantó en la Asamblea Anual en Madrid y confirmó sus sospechas, a pesar de ser poco sociable, aquel grupo le encajaba como un guante y para Angie fue todo un descubrimiento social. En las antípodas de su marido en lo que a sociabilidad se trata, Angie conecta con todo bicho viviente, incluidos socios y parejas del Club Morgan.

Para Óscar, el submarinismo se vive como una simbiosis con el mar, un elemento hostil que atrae y enamora. Debajo del agua, la soledad permite una conexión muy intensa con el mar. Lo mismo pasa al subir a un Morgan, en ese momento pasas a formar parte de él y de la conducción, de las sensaciones del camino, del viaje, de la naturaleza. Al final formas parte de la carretera. 

Angie asegura que a Óscar le cambia la cara en cuanto abraza el volante, se relaja y la expresión de estar disfrutando no desaparece en todo el viaje. Tantos kilómetros, dan para muchos momentazos, por ejemplo una escapada en pareja por la Toscana, recorriendo Florencia, Pisa… con parada en un hotel con encanto, con spa y vinoterapia. Bañados en vino, se reían pensando en que no haría falta tirar del tapón para vaciar aquella bañera, con unos tragos bastaba…

morgan postPara Óscar, el Morgan es un consentido y casi que se le perdona todo, incluso alguna avería. En el último viaje se hicieron más de 1.200 km de un tirón y sin rechistar. Angie disfruta del puesto de copiloto tanto como Óscar de conducir y es en ese momento cuando la simbiosis se multiplica por dos y se eleva al cuadrado.

Angie, Óscar, a seguir disfrutando intensamente. ¡Gracias!